disfruta

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Me apartó el pelo de la cara, no lo dudó ni un segundo. Quería verlo todo en el silencio que nos rodeaba en la habitación: mi respiración ahogada, el mar de mis ojos, las gotas de sudor cayendo entre mi pecho. Tal sólo me susurró –disfruta- mientras quería seguir viendo aquel instante de realidad en mis labios rosados, el pellizco con mis dientes, el rubor de mis mejillas y la satisfacción del sexo hecho mujer.

No dejó que el cabello se interpusiera entre él y esa fantástica expresión de placer, entre esa imagen virginal y el gesto orgásmico del arqueo de mi columna, incluso entre esa captación del poder con sus manos en mi cadera. Ese poder que no sé quién de los dos tenía en ese momento: si yo por estar encima comprendiendo perfectamente su mirada o él por estar disfrutando de tremendo espectáculo sensorial siendo el actor principal…